jueves, 25 de febrero de 2010

Puños


En ocasiones la rabia sale por cualquier sitio, sea cual sea su causa. Analizando la actualidad, hoy nos podemos referir a dos motivos bien distintos: el deporte y la economía. Está claro que el resultado de un partido de fútbol y la crisis económica no tienen mucha relación pero la reacción de quienes los viven puede ser prácticamente igual. Unos se juegan el pase a octavos de final de la Europa League. Otros reclaman una solución para que su país y, por tanto, sus vidas, no caigan en picado ante los ojos del continente y del mundo entero.


El mundo del fútbol y del deporte en general se lamentaba la semana pasada por el comportamiento de los aficionados del Athletic y del Anderlecht en el partido de ida en San Mamés. Bengalas, lanzamiento de objetos, aguas menores sobre las cabezas de los rivales, patadas y puñetazos en la grada y el césped... Con todo esto ha sido inevitable que la tensión haya protagonizado la previa del encuentro de vuelta. Anoche conocíamos que los belgas ya había mostrado su rabia contra los seguidores athléticos que ya estaban en Bruselas. Eso no ha frenado al resto de los aficionados que ya tenían planeado viajar para apoyar a su equipo y que han cogido sus aviones sabiendo lo que se podían encontrar.


En el otro lado del análisis de hoy, como ya hemos dicho, está la crisis. No sólo la palpamos en nuestras propias carnes aquí en España, donde los sindicatos ya se manifiestan pidiendo soluciones y oponiéndose a algunas medidas que enfadan a tres de cada dos españoles. En las últimas semanas otro país adquiere especial protagonismo por su incapacidad de salir de la recesión. Grecia tiene que hacer algo ya. Y claro, ante la aparente incompetencia de sus dirigentes políticos, la calle actúa sacando los puños. Ya no es suficiente manifestarse de forma pacífica como hasta ahora se hace en nuestro país, mostrando el descontento gritando y levantando pancartas. También las habrá, por supuesto, pero han pasado a un segundo plano. Lo que realmente llega a nosotros desde el otro lado del Mediterráneo no son sonidos, sino imágenes. Concretamente tres, de las que he escogido una. Las recoge un blog del diario El Mundo que muestra eso, fotografías llamativas que describen la actualidad. Merece la pena echarle un vistazo porque nos explica de otra manera lo que está pasando dentro y fuera de nuestras fronteras.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Segundas oportunidades


¿Cualquier persona merece una posibilidad de reinserción tras haber cometido un delito?
Supuestamente sí, aunque quizás conociendo cada caso concreto nuestra opinión cambiaría. Depende, sobre todo, del delito y la repercusión social que éste tenga en cada país. Aquí en España, por ejemplo, estamos cansados del terrorismo por las consecuencias que ha tenido en las últimas décadas. Si nos enteramos de que un preso de Guantánamo reside desde ayer en nuestro país con libertad de movimiento parece que estamos en peligro; a mi al menos me da esa sensación.




Estados Unidos va a cerrar la cárcel su famosa y dura,
una de las promesas electorales del reciente presidente del país, Barack Obama. Sus presos deben ir a algún sitio, claro está, y algunos países europeos se han ofrecido a acogerlos; España es uno de ellos y el primero de los cinco ya está aquí. Una de las condiciones que estableció la Unión Europea fue que los presos no tuvieran causas pendientes legales ni en EEUU ni en el viejo continente. Ya se sabe que Walid Hijazi, que así se llama, cumple este requisito.

Hay quienes ya le habian juzgado antes de su llegada, algo que no solían hacer en dicha cárcel, llamando a Hijazi “regalito”. Quizás lo sea pero aquí viene con las manos limpias. Por cosas así no se ha anunciado con antelación que el preso llegaba anoche a nuestro país. Se le ha querido proteger y respetar su privacidad. Legalmente no tiene causas pendientes con la justicia pero sí socialmente con todos aquellos que condenan a quienes tienen la etiqueta de “extremistas”. El ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, no lo ha dicho con esas palabras, pero sí ha dejado claro que todos lo tenemos en mente. Nos cuesta dar segundas oportunidades, y más si hemos asumido que la persona en cuestión nunca la merecerá.

El rostro de Walid Hijazi ya está en los medios y, en mi opinión, va a ser considerado más como un terrorista en búsqueda y captura que como un nuevo ciudadano de nuestro país. Aunque por ahora no se sabe nada de su paradero ni de cómo va a vivir aquí, seguro que ya se le ha empezado a buscar, a perseguir y a controlar para conocer si de verdad España ha acertado. El simple hecho de protegerle en su llegada nos da la respuesta. Y aún quedan cuatro más.

martes, 23 de febrero de 2010

Me han “robado” el título


Hace unas horas se me ha ocurrido cómo titular esta entrada, pero sabía que antes de comenzar a escribir debía comprobar que no lo habían utilizado ya en el día de hoy. Sabía también dónde lo tenía que mirar: el blog Teletridente. Decir EURORRISIÓN 2010 refleja claramente el circo que comenzó con la presentación de las candidaturas y que culminó ayer en la gala de selección del representante de España. Hoy pocos hablaban de Daniel Diges, el ganador. Tampoco de su canción ni del resto de candidatos.

El intento de Karmele por triunfar en Oslo quedó por suerte en eso, un intento. La lógica de la organización la sacó de la carrera antes de que llegara demasiado lejos. Pero aún quedaban personajillos en la última batalla para ganar la guerra de Eurovisión. Cuando alguien canta mal y se presenta con una horrible canción y, aún así, consigue llegar a la final, por algo será; de esa persona se espera algún espectáculo no muy agradable. Chikilicuatre al menos nos desveló desde el principio sus armas para conseguir el éxito en Europa. No funcionaron, pero sabíamos cuáles eran. Sin embargo este año la perla de este proceso de selección tardó en deslumbrar y lo hizo en pleno directo. ¡Qué bien le hubiera venido a TVE poder recurrir a unos minutos de publicidad mientras calmaban o callaban a John Cobra!




La coreografía de este “cantante” comenzó una vez concluidos los tres minutos reglamentarios. Las dos o tres personas que le aplaudieron quedaron totalmente eclipsadas por el resto del público, que decidió abuchearle de forma bastante acertada, según mi opinión. La actuación no mereció el mismo reconocimiento que el resto de canciones presentadas ni que el resto de candidatos, bastante normalitos para lo que estamos acostumbrados en los últimos años. El Señor Cobra pidió respeto de una forma bastante peculiar y, claro, así el público no le concedió el deseo. Muy al contrario, fue el menos votado de los diez aspirantes, tanto por los espectadores como por el jurado. Normal. Eso sí, ahora comienza su carrera como show man. Tras su lamentable comportamiento en Antena 3 ya están pensando en contratarlo para el programa DEC. ¡Que tiemble Belén Esteban!

El caso es que Gato, aquel rubio de “Nada es para siempre”, será quien viaje a Oslo para representar a España en el festival de la canción. Y, esta vez sí, es eso lo que lleva: una canción. Él, vestido con traje y corbata. El tema, lento, sin chundas chundas que agoten la voz del cantante. Yo la he escuchado solamente una vez y la verdad es que se me ha quedado el soniquete en la cabeza, aunque de primeras el título echa un poco para atrás: "Algo pequeñito". Supongo que España no ganará Eurovisión pero al menos no sentiremos vergüenza cuando Daniel Diges acabe su actuación.

lunes, 22 de febrero de 2010

Servirá de excusa



“No soy vaga, es que quiero aprender”. Esta sería una buena forma de justificarte cuando te digan: “¡Ya se ve!” Si con esa respuesta quien te lo diga no te entiende, dile que tu cerebro necesita descansar mientras duermes para así estar preparado y seguir aprendiendo cuando despiertes. Es lo que asegura un científico de la Universidad de California, así que si encima les das este dato quedarás bien y podrás echarte la siesta tranquilamente. Te servirá de excusa y, a la vez, te ayudará a adquirir conocimientos al día siguiente más fácilmente que si duermes poco o te pasas la noche en vela. ¿Será por eso por lo que siempre nos han dicho que no está bien sanochar?

En estas imágenes del cerebro se observa la respuesta de la amígdala de personas que han dormido normalmente una noche (en verde) y de personas que realizan la misma actividad mental tras 35 horas sin dormir (en rojo)- MATTHEW WALKER.

El responsable del trabajo que confirma estar teoría, Matthew Walker, compara el trabajo del cerebro durante el sueño con el de una cuenta de correo electrónico llena. En ella no pueden entrar nuevos recuerdos hasta que se limpien los menos válidos. Después de las correspondientes horas de sueño el hipocampo estará listo para albergar nuevos conocimientos. Esto lo ha corroborado Walker mediante un estudio a 39 jóvenes a los que sometía a un determinado aprendizaje, algunos tras dormir la siesta y otros no. De ellos, los que descansaron mejoraron su capacidad para aprender. ¡Junto con la fregona, el mejor invento español!

Con los datos de este estudio surgen nuevas preguntas, como por ejemplo si, por regla general, es por eso por lo que los ancianos duermen menos horas que los bebés. Pero también Walker ha resuelto dudas. Ya se sabe en qué fase del sueño el cerebro hace sábado para estar listo después del descanso: es en la fase 2 del no-REM, es decir, durante la mitad del tiempo que pasamos durmiendo.

Justo el pasado sábado emitieron un reportaje sobre el cerebro humano en Informe Semanal. Veía asombrada la gran actividad que se genera dentro de nuestra cabeza con cualquier movimiento o pensamiento que realicemos. Decían que lo importante no es el número de neuronas que tengamos sino la fuerza y la cantidad de conexiones que existan entre ellas. Lo relacionaban, sobre todo, con la enfermedad del Alzheimer y los problemas de almacenamiento y conservación de los recuerdos. Poco a poco se van conociendo más detalles y más datos que explican el comportamiento natural y autónomo de nuestro cerebro. Mientras encuentran una cura para que mantengamos la memoria fresca lo único que podemos hacer es dormir, dormir mucho. Tenemos excusa.