jueves, 9 de junio de 2011

Esto es para contarlo


Llegará un momento en el que seamos viejecillos
y comparemos la vida de ese momento con la que tenemos ahora. Nuestros padres lo hacen; nuestros abuelos aún con más sorpresa por el gran cambio. Cada uno contará lo suyo, cómo le ha tratado la vida en cuestiones personales y de qué distintas maneras se afronta lo que nos pasa. Otras costumbres, otras normas, otra filosofía y, por supuesto, otro contexto.

Es triste que después de tanto tiempo sin salirnos al fresco el tema de conversación sea ese que tenemos hasta en la sopa: la crisis. Pero es el gran protagonista el día de hoy, también lo fue ayer, y el fin de semana pasado y estoy plenamente convencida de que lo será la próxima Navidad, por ejemplo. Y si no, al tiempo (aunque no creo que haya nadie que a estas alturas dude que en seis meses estaremos igual o peor que hoy, ¿no?) El país ahora es muy “popular” pero, las cosas como son, esto es imposible arreglarlo en la noche del 22 al 23 de mayo, ni de mayo a junio, ni de mayo de 2011 a mayo de 2012.

Cuando pasen cuarenta o cincuenta años contaremos que vivimos una crisis. Todos diremos eso: “vivimos”. Pero tendrá más valor el testimonio de aquellos que además de eso digamos “sufrimos una crisis”. No es lo mismo. Y no se trata de comprobar quiénes pasaron más horas acampados en la Puerta del Sol. No tiene nada que ver con eso. Se trata de que echamos la vista atrás y lo que comenzó siendo una desaceleración económica está echando por tierra los planes de millones de personas de todas las edades, de jóvenes de entre 20 y 25 años que ya pensamos en cómo va a ser nuestra jubilación si pasan unos cuantos años más a este ritmo. Era impensable hace cuatro años estar hablando de economía y política en las comidas en casa, un viernes por la tarde cuando quedas con una amiga a cenar o los sábados por la noche cuando sales “de fiesta”. Ahora pasa, a todas horas, y cuando no pasa es que los participantes en esas conversaciones son del primer grupo, de los que dirán “vivimos”.


¿La solución? Si la tuviéramos nos apalearían por contarla a estas alturas. Pero quizá sea no esperar mucho más tiempo, no vivir con el “a ver si un día de estos...” y darnos cuenta de que lo que no nos arreglan los demás tenemos que arreglarlo por nuestra cuenta. Parece fácil, ¿verdad?. Pues ¡hala!