martes, 21 de septiembre de 2010

Discriminación y poco bombo


Rafa Nadal vuelve a estar de moda
. Nos acosan los banners, los titulares y los enlaces a vídeos que recuerdan una y otra vez su última hazaña con la raqueta en la mano. Y no me extraña. No porque sea bueno, que lo es, sino porque es hombre en un deporte en el que las mujeres adquieren importancia sólo cuando visten faldas muy cortas y aparecen de vez en cuando en portadas de revistas. Las españolas no tienen ese estilo, y así pasa.

Desde que Arantxa Sánchez Vicario abandonó el tenis poco sabemos de sus sucesoras en la rama femenina. Y existen, aunque ni la mayoría de los seguidores ni la propia Federación les tenga en cuenta. Reducción de premios, subvenciones demasiado bajas, malas condiciones para su preparación física, etc. Son sólo algunas de las causas que han provocado la huelga de las seis mejores tenistas españolas. María José Martínez, Anabel Medina, Arancha Parra, Carla Suárez, Nuria Llagostera y Lourdes Domínguez. Sí, ya lo sé. Suenan a poco, ¿verdad? Es que ni en la primera página de la prensa deportiva se les dedica un titular de más de 12 puntos. Pues todas ellas han decidido no participar en la edición del año que viene de la Copa Federación. Se sienten solas y quieren que la gente sepa que el tenis femenino tiene un problema, y no es de ahora. Parece que el éxito de los Nadal, Ferrer, Verdasco, López, Almagro y compañía las eclipsa y desvía la atención y los apoyos hacia la sección masculina.


María José Martínez y Nuria Llagostera en el Madrid Open

Ninguna tenista española aparece entre las diez primeras clasificadas de la WTA. Hay que bajar hasta el puesto 25 para encontrar a María José Martínez, la mejor colocada. Y la única forma de subir puestos y sumar puntos es tener buenas actuaciones en torneos individuales. Y, a su vez, para estar en las condiciones físicas adecuadas para participar en ellos hay que entrenar en el entorno más adecuado. Son grandes las diferencias. Lo son y lo han sido siempre. Buena muestra de ello es que no sólo las tenistas con más puntuación se han plantado. También las menos conocidas aún y las que ya no están en activo, como Arantxa y Conchita Martínez.

Las huelgas sirven para eso: para intentar cambiar las condiciones de trabajo. Y, en mi opinión, aunque la Armada masculina no lo necesite, debería mostrar su apoyo a sus compañeras. Igual así sería más fácil ver a una mujer jugar y no sólo lucir palmito dentro y fuera de la pista.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Una feria en la maleta


¿Cómo hablar de la pasada semana y, además, de la actualidad? Con ese título. Fue lo primero que se me ocurrió cuando ayer, carretera de Andalucía “palante”, escuché en la radio la noticia del fallecimiento de José Antonio Labordeta. Me caía bien ese señor y era de los pocos políticos que se podía escuchar cuando se ponía delante de un micrófono.




Con las fiestas todo el mundo desconecta un poco y los diarios, la televisión y la radio quedan en un segundo o tercer plano. Así que en ningún momento supe que, finalmente, el cáncer había acabado con la vida de ese polifacético aragonés. Era un hombre normal, comprometido con lo normal y dispuesto a reivindicarlo en pleno Hemiciclo delante de quien hiciera falta. También cantaba a favor de la libertad, del pueblo, de la gente como él que veía (y aún ve) que las cosas no se hacen como deberían. Hoy he visto y he escuchado cómo pocos hablaban negativamente de él, fuera cual fuera la cadena o emisora. Y es que, ¿a quién no lo parecía un buen hombre cuando nos enseñaba España con la mochila a su espalda? Su voz, inconfundible.


Mi recorrido ha sido menor que el suyo. Sólo he estado en un pueblo, pero traía la maleta llena. Nueve días intensos que han dado para muchas tonterías, para momentos serios, para conversaciones necesarias y otras totalmente intrascendentes. Nueve días de caras viejas, nuevas, habituales o esporádicas. De todas ellas, las necesarias seguirán ahí, sin duda. También han sido horas de bailes más o menos elaborados. Algunos de ellos han costado lo suyo, pero al final quedarán ahí para próximos eventos. En cambio otros movimientos surgieron la primera noche; un grito era suficiente para provocarlos. Fotos individuales, en pareja o con la mitad del pueblo en mitad de la plaza. ¡¿Llueve?! No pasa nada, el pocete es sagrado y en cuanto escampe cogemos nuestro sitio en el baile del “vermú”. Y así más de una semana.


El día 19 los cuerpos y las mentes no eran las mismas que el día 11. Normal. Por suerte hasta el chupinazo del año que viene da tiempo a descansar.