jueves, 10 de febrero de 2011

Pues va a ser que no


 “No voy a salir del país en este momento difícil”. Así ha zanjado Mubarak los rumores que a lo largo de todo el día corrían por la Red. Prácticamente todos los medios de comunicación avanzaban la posibilidad de que el presidente egipcio dimitiera esta noche. No ha sido así. La Plaza de la Liberación grita en estos momentos “¡Fuera, fuera!”. Suleimán no es más querido que él y será el que tome gran parte del poder a partir de ahora. Conclusión: el pueblo de Egipto vuelve a perder.

Ahora mismo parece que nada ha cambiado después de quince días de protestas. Mañana será otro día y la reacción del pueblo puede ser mucho peor de lo que ha sido hasta ahora. Toda la tarde esperando, tuiteando, retransmitiendo... para nada. De las palabras de Mubarak se extrae que él puede perder ante su pueblo, pero no ante otros países. Soporta las presiones de las calles de El Cairo, Alejandría y otras ciudades, de hecho no han hecho que se mueva del trono; lo que parece no permitir son las presiones que le llegan desde lugares tan lejanos como La Casa Blanca. Lo ha dejado claro.

Otro día más se produce una noticia que no es la esperada. Quizá sería mejor no allanar tanto el camino para algo que al final no va a suceder. Aljazeera, CNN, BBC, cualquier fuente fiable era buena durante las pasadas horas para ver cómo el pueblo egipcio se preparaba para la rendición de su patriótico jefe. La plaza, la famosa plaza, estaba inundada de esperanza. En estos momentos queda poca, seguro que únicamente puesta en las manifestaciones que en los próximos días se sucederán en esas mismas calles todavía llenas de barricadas, piedras y tanques. Mubarak se queda, ama a su pueblo y a su país y en él piensa permanecer hasta que muera.

El abandono de Ben Ali en Túnez dejó los ánimos por las nubes. Esta noche han caído y se han estrellado contra el suelo de la Plaza Tahrir, lugar que pasará a la historia y que incluso podría aparecer en los diccionarios ilustrando la palabra desilusión.