lunes, 26 de abril de 2010

Un día con solera


Otra vez el mismo lugar, lo mismo que celebrar, casi la misma gente y hasta la misma forma de repartir regalos
. Precisamente por eso fue genial. Se nos nota la edad, eso está claro, porque los tiempos de “la vaca al soletón” parecen no querer volver. Pero no pasa nada, sustituimos ese momento por un paseo nada tranquilo en las lagunas y listo.

Mañana estresante, compañías muy agradables y en la mente la intención de pasarlo bien, como el resto de los años. Un buen plato de ambiente rociero y una pizca de samba comenzaban a llenar el ya típico escenario de la celebración. Pero aún faltaban unos ingredientes inesperados: las aceitunas apañás y el deseo de volver a la infancia. Todo hay que decirlo, éste deseo fue un poco traicionero porque no nos dejó ver ese cartel que decía: “de 6 a 12 años”. Esa falta de información unida a la sangre intrépida que nos corre por las venas y, a su vez, aliada con las consecuencias de las últimas lluvias lo provocaron todo. La ley de la gravedad, lo llaman algunos.




Era una de las fechas marcadas en el calendario, por tradición y porque en realidad tampoco tenemos otra cosa mejor que hacer. Ni durante el día ni por la noche. Por eso lo alargamos y decimos eso de “hasta que dé de sí”. Tan especial fue que subimos un escalón a la hora de consumir. No era un día cualquiera, era un día con solera; y se notó. Así que sólo queda esperar al año que viene y si la paellera se queda pequeña será buena señal.

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