jueves, 22 de abril de 2010

No hablamos de lo mismo


Para crear debate hay que tener claro sobre qué
. Lo que pasa a veces es que el deseo de crear controversia lleva a opinar sin saber cuál es realmente el tema. En el caso de la renacida polémica sobre el uso o no del velo islámico en los centros educativos pasa exactamente eso: se habla de racismo dando por hecho que los dirigentes del colegio expulsan a las alumnas que lo llevan porque son xenófobos. Habrá casos en lo que se dé esa coincidencia entre lo personal y lo profesional, pero en otros no.


Los colegios tienen competencia para imponer algunas de sus normas. Si la Dirección de tal centro decide que los alumnos no pueden llevar la cabeza cubierta tiene derecho a exigirlo, igual que a la hora de pedirles que vistan de uniforme. Debatir o no sobre si cada persona puede vestir como le apetezca sería otra historia. Pero cada vez que estos temas salen a la palestra se repite el mismo procedimiento: la expulsión de la alumna, la protesta de ésta, la solidaridad de familiares y compañeros, el apoyo de parte de la opinión pública... Yo soy la primera que no aguanto a los racistas, pero sólo cuando hay razón para reprocharles algo. También me alegra saber que cuando se cometen injusticias hay parte de la sociedad que actúa para impedirlas o al menos frenarlas. Pero de la misma manera soy partidaria de llamar a las cosas por su nombre. Reglamento, no racismo. Esa es la causa de la expulsión de la joven de Pozuelo. El Director del centro, algún profesor, el compañero del pupitre de al lado...puede que sean un poco racistas. También puede que no. Entonces, ¿por qué hacer juicios rápidos alegando a la libertad de culto?

Con este tema también surge la siguiente pregunta: ¿el centro debe recordar sus normas antes de expulsar a alguien que las incumple o debe ser el alumno el que las tenga presentes desde el momento en el que ingresa en dicho colegio? Creo que en la respuesta influye el nivel de victimismo de, en este caso, la alumna. Con esto no quiero decir que esté buscando la forma de llamar la atención, ni mucho menos. Simplemente me parece que automáticamente cuando se le informa de que está incumpliendo el reglamento tiende a pensar que se le ataca por ser islámica, sin más.

En mi opinión la solución partiría de la supresión de estas competencias que tienen los colegios, sobre todo en el establecimiento de normas que pueden crear este tipo de controversias y enfrentamientos. O se puede llevar la cabeza cubierta o no; para todos igual. Yo pienso que no debería prohibirse y que los alumnos pudieran llevar velo, gorra o sombrero de paja. Sin embargo no todo el mundo piensa como yo y mientras en cada barco sólo mande el capitán habrá que adaptarse a su reglamento.

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