jueves, 25 de marzo de 2010

Mujeres


Con sólo verla una vez hubiese bastado para retenerla en la memoria. Ya se ha hablado en multitud de ocasiones del maltrato, las vejaciones y la represión física y moral que sufren las mujeres en algunos países, sobre todo en aquellos en los que su figura es, básicamente, un estorbo. Uno de esos lugares es Pakistán. Allí el hombre lo es todo y la mujer, nada; si es que llega a ser mujer. La fotografía, como ya hemos dicho aquí otras veces, nos ayuda a entender mejor este tipo de sucesos repelentes para nosotros y normales para quienes los cometen y los sufren. Ahora lo hace Emilio Morenatti con sus retratos expuestos en Caixa Forum.






Esta es sólo una de las imágenes que componen su obra, y él es sólo uno de los participantes en la exposición en la que se recogen los ganadores del Premio Fotopres del año pasado. Pero sin duda es el que más llama la atención. Los rostros desfigurados parecen estar contándonos sus historias personales de primera mano, como cuando alguien ofrece una charla a un auditorio repleto para dar a conocer un caso concreto sobre el que concienciarles. Sin butacas, sin público y sin capacidad oratoria, ellas tenían ese mismo fin al ponerse voluntariamente delante del objetivo. Y Morenatti también. Es simplemente una forma de explicar sin palabras lo que ocurre en Pakistán. En aquella ocasión (los retratos se realizaron en 2008) se eligió ese país, pero ya estamos más que acostumbrados a ver a la mujer como un ser inferior digno de ser pisoteado por los hombres en muchos otros lugares, sobre todo en aquellas sociedades de fuerte tradición islámica. La ablación y la lapidación, por ejemplo, nos lo recuerdan de vez en cuando y, por suerte, tampoco nos dejan indiferentes.

La carga humana con que cuentan los retratos de Morenatti los hacen especiales. Se aprecia la resignación por lo que ha ocurrido y, al mismo tiempo, el deseo de volver a tener una vida normal, dentro de lo que cabe. Porque la igualdad de género en esos países es una utopía, una unión de tres palabras que se ha realizado en Occidente para romper con la tradición. Y, aún así, las cifras de muertes y denuncias por violencia de género en sociedades como la española nos recuerdan cada día que esa ruptura no se ha producido del todo. Pero no tiene nada que ver. Para quienes piensen que aquí en España también existen mujeres desfiguradas por el ácido que su pareja o ex pareja les lanzó, ya les digo que no es comparable. Aquí hay leyes, ayudas con mejor o peor resultado, un proceso de concienciación social que amparan a las mujeres y les empujan a gritar “¡Basta!”. Allí, ni pensarlo. Y, en mi opinión, eso deben transmitir las fotografías. Ya que no podemos ir a enfrentarnos a los hombres que maltratan así a esas mujeres, al menos debemos saber que existen, aunque ni ellas mismas se reconozcan.


1 comentario:

  1. La cuestión es que sí lo son y las primeras que deben darse cuenta son ellas.

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