martes, 16 de febrero de 2010

Las ovejas negras del ejército franquista


Mucho hemos oído hablar sobre la Revolución de los Claveles que acabó con la dictadura en Portugal en abril de 1974. Pero poco se ha hablado de la repercusión que tuvo este levantamiento en el otro lado de la Península Ibérica. Es alguna de las cosas buenas que tienen los medios de comunicación. Ver un informativo o echar un vistazo a la Web de un periódico siempre es bueno, podemos enterarnos de cosas realmente interesantes de las que no teníamos ni idea.

La Unión Militar Democrática (UMD) miró al otro lado de la frontera y pensó que los cambios realizados en Portugal podrían aplicarse también en la entonces férrea España. No soñaban con nada demasiado especial, si no fuese porque el régimen franquista ni se planteaba realizar las reformas que pedían. Democracia, derechos fundamentales de los ciudadanos, reformas sociales y económicas... Todo ello se daba ya por hecho en el resto de países europeos ya liberados de dominaciones dictatoriales, y los militares que formaron esta organización “rebelde” deseaban llevar la transformación pacífica tanto al interior del ejército como al resto de la estructura política y social del país. Al régimen de Franco le quedaba poco tiempo de vida y aún así fue imposible encontrar en él una simple grieta por la que introducir algo de libertad.

Treinta y seis años después se ha condecorado a quienes formaron la UMD. Lo que más valoran no es la medalla que les han puesto en sus uniformes, esos que tuvieron que guardar en el armario tras ser detenidos por el régimen y retirados de sus cargos. Lo mejor para ellos es que se reconozca y se valore su esfuerzo y su deseo de lucha contra el pequeño gigante que ocupaba el poder. Hoy en día parece casi ridículo que se premie a alguien por pedir democracia y buen nivel de vida. Pero es que eso eran palabras mayores. Tanto que apenas un año después de la fundación de esta organización, cuando los mandos del ejército se enteraron de su existencia, la desarticularon con contundencia mandando a sus miembros a la cárcel.

Como suele ocurrir con estas actividades prohibidas, muchos de quienes las realizan no llegan a reconocer nunca su participación por miedo a represalias. Hoy han sido solamente catorce los militares condecorados, pero puede que hubiera cerca de doscientos durante los meses de más auge de la UMD, además de todos aquellos que solamente compartieran sus ideales de uniforme para dentro y no mostraron nunca su adhesión.

Hasta 1987 no pudieron recuperar sus puestos, después de que la Ley de Amnistía que llegó con la transición y la monarquía solamente les liberara de sus penas de cárcel. Ha sido en la última década cuando más reconocimiento han recibido. Su labor en la llegada de la democracia a nuestro país siempre ha sido reconocida por unos y negada por otros, como ocurrió en 2002 en la votación de una proposición no de Ley en la que un diputado socialista y antiguo miembro de la organización, Carlos San Juan, pedía el reconocimiento de la UMD en la consecución de las libertades. El entonces gobierno popular y su mayoría en el Congreso la rechazaron. Lo cierto es que, por lo que parece, no se puede asociar a un grupo de militares antifranquistas con una línea política concreta de las que existen actualmente. La simple existencia de partidos ya lucha contra cualquier régimen antidemocrático y, por tanto, la tendencia a la izquierda o la derecha de sus miembros no es reseñable.


La noticia de la condecoración a los militares de la UMD se podría resumir con esa frase hecha de “más vale tarde que nunca”. Que unos reconozcan su papel en la transición democrática y otros no, también es lo de menos. Simplemente había que valorar lo que perseguían y contra quién lo defendían.

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