miércoles, 6 de octubre de 2010

“El toro, símbolo de fortaleza”


Pretendían algunos que las corridas de toros recibieran la etiqueta de Bien de Interés Cultural. Podemos decir que se abre la veda para que los defensores de cualquier deporte o actividad cultural pidan lo mismo. Lo malo es que estos temas los proponen y los deciden los políticos, personas que más bien deberían estar centradas en solucionar todo lo que no va bien y en mantener lo que hasta ahora es pasable. Por suerte en este caso la petición no ha cruzado las puertas del Senado.

El popular Pío García-Escudero durante su intervención en el Senado
Pío García-Escudero ha sido el encargado de defender ante el Pleno la propuesta del Grupo Popular. Y se ha recreado. Ha hablado del toro como un "animal mítico, símbolo de fortaleza, valentía y fecundidad". Sin duda, valores totalmente perdidos que no resurgirán si no es comparando al toreo con el flamenco, por ejemplo. La guitarra de Paco de Lucía, que hace dos noches sonaba en el Teatro Real de Madrid después de recorrer medio mundo, supone prácticamente lo mismo que un estoque de José Tomás. El objetivo es parecido, ¿verdad señores políticos defensores de esta causa? Ironías a un lado, eso es precisamente lo que piensan, porque García-Escudero ha asegurado que el torero es un artista como el pintor, el poeta, el compositor o el escultor. Es más, le sube un poco más alto en el altar de la cultura al decir que el alfarero puede rectificar su trabajo en el torno, mientras que el valiente de calcetines rosas tiene que improvisar sobre el ruedo sin posibilidad de dar marcha atrás. Y yo digo: sí que puede. En cualquier momento puede saltar la barrera y marcharse a su casa en lugar de seguir manchándose de sangre su costoso uniforme de trabajo. En toda esta odiosa comparación se le ha olvidado algo al ponente, un detalle sin importancia. El fin de esa actividad que defienden es matar a un toro; bueno, concretamente a seis por corrida. El fin de un pintor es vender cuadros.


Los principales argumentos de los populares tienen que ver con la tradición, con la costumbre de celebrar fiestas populares relacionadas con los toros desde tiempos inmemoriales en toda España y con el amparo de la Constitución de 1978, donde se asegura que "es voluntad de la Nación Española proteger a todos los españoles y los pueblos de España en el ejercicio de los Derechos Humanos, sus culturas y tradiciones, sus leyes e instituciones”. Por suerte muchas de nuestras tradiciones y costumbres han pasado a la historia sin ser Bien de Interés Cultural. Y si el toreo no pasa de vender muñequitos del negro animal a los turistas junto a la bailarina flamenca, mucho mejor. Que no es poco cargar de fronteras para afuera con estos tópicos.


Por último querría destacar la empatía del Señor García-Escudero con los toros. ¡Qué gran capacidad para ponerse en la piel del animal! Ha asegurado delante de sus colegas senadores que si él fuera toro de lidia, "preferiría morir en una plaza después de veinte minutos de lucha”. Mucho mejor que morir de viejo, dónde va a parar.

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