miércoles, 13 de octubre de 2010

Al rescate de Zapatero y gachas



Ayer, Día de la Hispanidad, se volvieron a escuchar los abucheos al presidente del Gobierno en el desfile de las Fuerzas Armadas en Madrid. Es algo habitual, y no sólo le ha pasado a José Luis Rodríguez Zapatero. Se le ha dado bombo, como es normal, pero no demasiado. Durante el día de hoy se ha producido otro acontecimiento que ha eclipsado una información nacional que en distintas circunstancias habría dado mucho más de sí. El rescate de los mineros atrapados en Chile ha sido, además, el rescate de Zapatero.

Desde la pasada madrugada la atención informativa se ha centrado en el país sudamericano. Aproximadamente cada hora un minero subía a la superficie tras más de dos meses atrapados en su lugar de trabajo. Pero además de esos momentos decisivos también se ha podido ver el circo que han montado alrededor de este suceso. Algunos periodistas se han quedado fuera del campamento porque literalmente no cabían. Familiares, medios de comunicación con sus correspondientes equipos, políticos, trabajadores y, sobre todo, historias personales. Una especie de Gran Hermano muestra cómo vivían antes del accidente, cómo lo han pasado durante el encierro y qué van a hacer ahora que han vuelto a ver la luz. Las gafas de sol que les han puesto al salir puede que no sea sufriente para soportar los focos y flashes que se les van a venir encima. Acaba el sufrimiento pero comienza la fama. Y, después, el olvido al que pasan automáticamente todas las víctimas de este tipo de acontecimientos transcurridos unas semanas.

El que aún no pasará al olvido es el presidente del Gobierno de España. Como hemos dicho, ayer le abuchearon, y mucho. Hasta ahí, bien, porque la libertad de expresión permite decir lo que se piense en plena calle. Lo único es que quienes gritaron “Zapatero, dimisión” lo hicieron en un momento en el que sobre todo se pide respeto: el homenaje a los caídos. ¿Dónde acaba la libertad de unos pocos y empieza el respeto por otros? El pez que se muerde la cola. El mismo debate de siempre.

Y hablando de todo un poco, podemos hacerlo también de gachas. Concretamente de la harina con la que se hacen. Las almortas son perjudiciales para la salud. Consumidas en exceso pueden producir parálisis, tal y como lo aseguran desde el Ministerio de Salud. Su producción y consumo están prohibidos, aunque sigue vendiéndose y a muchos nos siguen estando muy ricas. Pero sabiéndolo, habrá que tener cuidado. Ahora, más que nunca, intentaremos no sobrepasar la línea imaginaria que en la sartén marca tu zona de mojar pan y la del comensal de al lado.

2 comentarios:

  1. habrá que estar atentos a las publicaciones del B.O.E. de finales de octubre o principios de noviembre porque saldrá el Real Decreto en el que se otorgará pleno derecho a la distribución de harina de "titos" (ya apetecían unas gachas después de estar prohibida su comercialización desde el 1940)

    ResponderEliminar
  2. Pues yo sé de una que compró el pasado fin de semana sin que le pusieran ninguna pega. Y me parece a mí que no esperaremos al BOE para hacer una sartenica. ¿Quién se pensará que llevamos desde 1940 sin comerlas? Amos!

    ResponderEliminar