lunes, 17 de octubre de 2011

El límite


Decimos a veces que lo bueno, si es breve, dos veces bueno. Pues bien, en los últimos años nos hemos tomado muy en serio esta expresión en un aspecto muy concreto: las comunicaciones sociales. Ya no hay párrafos, no escribimos más de dos líneas seguidas, sólo usamos punto y seguido o punto y final; no hay punto y aparte.

Nuestras mentes se han acostumbrado tanto a leer comentarios en Twitter, Facebook, Tuenti, WhatsApp y demás inventos que hasta los mensajes de texto que enviamos con el móvil aprovechando todos las letras que se puedan se nos hacen largos. Incluso los tweets en los que se utilizan los 140 caracteres hacen daño a la vista; resultan cansinos. Una simple expresión, dos como mucho, acompañadas de un enlace es lo habitual. Y quien lo lee tiene tres opciones: no ampliar la información y pasar a otro tweet, pinchar en el enlace y conformarse con leer el titular de la nueva ventana o, la menos probable, abrir la nueva página y leer hasta la última palabra de lo que el otro twittero nos ha recomendado. Si el enlace lleva a un vídeo de Youtube, nos evitamos tener que elegir, lo vemos entero.



Lo que podemos contar en cuatro o cinco párrafos no lo contamos. Y quien diga que sí, miente. En tres líneas no se puede transmitir lo mismo ni se puede explicar lo que realmente queremos contar si utilizamos para ello un sitio Web escrito por otra persona. Todos tenemos opinión, y mucha. Si seguimos a este ritmo, nuestras cabezas se van a acostumbrar tanto a lo breve que acabará pensando así, con límites de ideas e intentando reducirlas a toda costa para que nos las acepten.

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