jueves, 4 de noviembre de 2010

Que lo cuenten


Día de despedidas futbolísticas
. Se llama así a esas jornadas en las que un jugador o entrenador dice adiós a un club, bien para retirarse por su “avanzada” edad, bien para irse a otro en el que continuar su carrera. Hoy, sin embargo, ninguna de esas dos aparecía en los discursos de Rubén de la Red y Miguel García. La causa es otra bien distinta, ya que ni podrán dedicarse a aquello que más les gusta ni tampoco están en edad de colgar las botas. Han sido sus corazones los que les han echado el freno de mano para evitar que pierdan la vida en un terreno de juego.

De la Red, ya ex jugador del Real Madrid, lleva dos años apartado de los terrenos de juego. García, todavía con ficha en la Unión Deportiva Salamanca, sólo dos semanas. Pero tienen suerte de poder ver los partidos de su equipo aunque ellos no se vistan de corto. Tienen suerte de no formar parte de la lista de jugadores fallecidos durante o después de un encuentro a causa de un paro cardíaco. Tienen suerte de que los medios hayan acudido a una rueda de prensa de despedida en lugar de a una concentración de aficionados llorando con una camiseta enfundada con su dorsal. Tienen mucha suerte de que en un campo de fútbol español no se guarde un minuto de silencio justo en el minuto en el que sufrieron sus respectivos desvanecimientos. Eso ya lo hemos vivido y ellos tienen la suerte de poder contarlo.

Un corazón puede fallar cuando estamos sentados en el sofá, cuando paseamos por la calle y también cuando hacemos un gran esfuerzo físico. A pesar de las pruebas médicas, pasa. Por fortuna, en ocasiones adquiere más importancia la cura que la prevención, aunque todos pensamos que de una vez por todas debería ser al contrario. Está demostrado que el famoso desfibrilador salva vidas, y si no que se lo pregunten al jugador del Salamanca, reanimado gracias a este aparato después de que su corazón estuviera más de veinte segundos parado. Desde la muerte de Antonio Puerta después de sufrir una parada en un partido, todos los campos de primera y segunda división tienen uno. El resto no están obligados a ello. ¡Como si fuera un castigo! Debería exigirse a la hora de abrir cualquier instalación deportiva de cierta importancia, al igual que la existencia de una persona cualificada para hacerlo funcionar en caso de emergencia. Pero es mucho pedir. Por ahora pediremos que el resto de deportistas a los que les ocurra algo así puedan dar otra rueda de prensa de despedida; que lo cuenten.

2 comentarios:

  1. Todo eso está muy bien, pero ¿porqué poner el límite en las instalaciones deportivas? ¿Porqué los deportistas de élite tienen más derecho a salvar su vida que otros trabajadores como podrían ser albañiles, mineros, policías, artificieros, etc., cuyos trabajos también podrían tener riesgos debido al esfuerzo físico realizado, la tensión soportada, ...?
    Sinceramente creo que los accidentes son inevitables y es imposible pretender controlarlos, eso si, intentemos que sean los mínimos posibles y tengan las consecuencias más livianas potenciando la prevención y los reconicimientos médicos periódicos.

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  2. La repercusión mediática de los accidentes en competiciones deportivas de cierto prestigio es inmensamente mayor que la del resto. Los que pueden sufrir albañiles, mineros, policías y demás simplemente sirven para engrosar una lista que se publica al final de mes o de año.En el primer caso hay nombres, apellidos y una caras asociadas a ellos; por eso precisamente podemos utilizarlos para hablar del tema.

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