lunes, 15 de marzo de 2010

Querido diario,


Entre todos los titulares que inundan las ediciones online de los periódicos generalistas siempre hay algo diferente. Algo diferente a lo que a las tres de la tarde y a las nueve de la noche nos repetirán nuestros colegas de los informativos en televisión. No habla de declaraciones de políticos, por suerte. Tampoco se refiere a Díaz Ferrán ni a otros temas relacionados con la economía. Ni mucho menos nos cuenta quién marcó goles ayer ni como levantó el trofeo Fernando Alonso. Aunque no lo sepamos porque no nos lo ponen bien visible, hay más temas, más historias. Una de ellas ha salido de un diario personal veinticuatro años después de ser descubierto y casi seis décadas después de haber sido escrito.

El titular que nos anuncia esta nueva y a la vez vieja historia es muy pequeño, apenas se percibe en la maraña ordenada de letras e imágenes que inunda la home de Elmundo.es. “Un gallego contra el Holocausto”, se lee. El tema, nada novedoso, pero aún así, interesante a pesar del paso del tiempo. Un clic nos desvela qué tiene de especial esta nueva referencia al régimen nazi y a quienes lucharon contra él. Se trata de un libro que ha salido al mercado para desvelar otra de tantas y tantas vidas que quedaron marcadas antes, durante y después de la II Guerra Mundial en toda Europa. Patricia Martínez de Vicente, su autora, cuenta en esas páginas cómo ayudó su padre, Lalo Martínez, a escapar a numerosos presos, checos y polacos generalmente, detenidos en un campo de concentración español durante el franquismo. Ese es el resumen básico, lo que ya se ha contado en reseñas publicadas en distintos medios y en la Web de la editorial que lo ha sacado a la luz, La Esfera de los Libros. En ella podemos leer los primeros párrafos en los que, a modo de introducción, la escritora narra el descubrimiento del diario de su padre y cómo buscó durante décadas dar sentido a todo lo que en él se había explicado.

Esta historia nos hace pensar una vez más en el valor de las palabras, aún cuando un entorno de represión impide sacarlas a la luz de cualquier forma. Los diarios personales nunca han sido del todo privados porque, tarde o temprano, sus páginas acaban siendo leídas. Aún así, parecen ser una fuente inagotable de visiones y versiones de la historia que de otra manera no habrían podido ser contadas. Ya ocurrió con el que escribía Ana Frank mientras permanecía escondida de la persecución nazi con su familia judía en Ámsterdam. En ese caso no había claves, ni nombres comprometedores, ni planes secretos para burlar al enemigo alemán. Pero había una historia, una familia que, como las de los presos que salvó Lalo Martínez, sufrieron la represión tantas veces contada.

De este nuevo libro me sorprende el título, “La clave Embassy”. No porque no tenga nada que ver con la historia, porque en el salón de té del mismo nombre se fraguaban los planes de Lalo y sus compañeros. En mi opinión, es poco llamativo, sobre todo para los lectores españoles. Solamente suena a novela negra, a misterio. Si alguien que mire su portada en una librería sin detenerse demasiado y además no es de Madrid y no conoce este establecimiento que aún existe, ni se imagina de qué puede tratar. Por suerte o por desgracia, la esvástica que suele acompañar este tipo de publicaciones nos es muy familiar y nos traslada a una época y unos hechos concretos que sí nos pueden hacer coger el libro y analizarlo más detenidamente.



La literatura es lo que tiene. Puede dar a conocer con todo lujo de detalles aquello que permanecía olvidado en una caja de libros viejos y sin valor aparente. Para algunos seguirá sin tenerlo pero se ha escrito para los otros, para quienes nos gusta conocer el pasado y nos gusta descubrir historias tan personales como esos diarios que van un poco más allá de lo que siempre se ha contado.

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